En las agrestes y profundas zonas de la Sierra de Gredos, en Ávila, y en algunos puntos de la vecina Sierra de Guadarrama, circula una leyenda moderna que ha prendido con fuerza en el imaginario popular: la existencia de un Triángulo del Silencio o una zona anómala. Este lugar, del que se habla en voz baja, se caracterizaría por una serie de fenómenos inexplicables que desafían la lógica convencional, creando un aura de misterio y temor entre montañeros y habitantes de la zona.


Los fenómenos reportados en la zona

Los testimonios, recogidos a lo largo de los años en foros, prensa local y programas de misterio, coinciden en varios puntos inquietantes. Se habla de desapariciones repentinas de personas, especialmente excursionistas, que parecen evaporarse sin dejar rastro en áreas de fácil tránsito. Otro elemento común son las interferencias y fallos electrónicos masivos en vehículos y equipos de comunicación, como si una fuerza invisible anulara la tecnología moderna. A esto se suman los frecuentes avistamientos de luces y esferas luminosas que se desplazan de manera errática por el cielo nocturno, desafiando cualquier explicación aeronáutica convencional.

Las teorías que intentan explicar lo inexplicable

Ante la falta de una explicación oficial satisfactoria, han florecido diversas hipótesis que alimentan el mito. La más popular sugiere la presencia de una base OVNI subterránea o aérea camuflada, desde donde estas supuestas naves operarían y causarían las anomalías. Otra teoría, más esotérica, postula la existencia de un portal o una grieta dimensional en esa área concreta de la sierra, un lugar donde las leyes de la física serían más flexibles y permitirían el tránsito entre realidades o la manifestación de entidades desconocidas. Algunos investigadores paranormales incluso lo vinculan con supuestas energías telúricas o vórtices de poder.

Sea cual sea la verdad, el Triángulo del Silencio se ha consolidado como un enigma que recuerda que, incluso en pleno siglo XXI, hay rincones donde los mapas parecen fallar y lo racional se difumina. Quizás la próxima vez que tu GPS falle en una curva de Gredos, no sea solo por la orografía, sino porque has entrado en la zona donde las reglas son otras. O simplemente, porque la cobertura en la montaña sigue siendo bastante mala.