Las inundaciones recientes han dejado una huella devastadora en numerosos sitios históricos y edificios patrimoniales. En este contexto, el modelado 3D se ha convertido en una herramienta clave para documentar, preservar y reconstruir digitalmente el patrimonio cultural afectado.

Gracias a la combinación de drones, cámaras de alta resolución y software especializado, es posible capturar con precisión milimétrica el estado actual de las estructuras, generando modelos digitales que sirvan tanto para su restauración física como para su conservación virtual a largo plazo.


Captura y procesamiento de datos con fotogrametría

El proceso comienza con la captura de imágenes aéreas y terrestres mediante drones y cámaras profesionales. Estas fotografías, tomadas desde múltiples ángulos, se procesan en software de fotogrametría como Agisoft Metashape, que reconstruye automáticamente un modelo tridimensional del sitio a partir de la información visual.

Esta fase genera una nube de puntos densa que refleja la geometría real del edificio y su entorno, ofreciendo una base precisa para la etapa de limpieza y refinamiento.

Limpieza y optimización de modelos para análisis y reconstrucción

Una vez generado el modelo inicial, se utiliza software especializado como MeshLab o CloudCompare para limpiar artefactos, reducir ruido y optimizar la malla. Este paso es fundamental para garantizar que los datos sean lo suficientemente precisos y ligeros como para ser utilizados en entornos de diseño o análisis.

Posteriormente, los modelos pueden importarse a Rhinoceros para realizar ajustes arquitectónicos de alta precisión y a Blender para el refinamiento artístico, aplicando materiales, iluminación y detalles orgánicos que devuelvan al modelo su carácter visual original.


Archivo digital y preservación a largo plazo

El resultado final no solo sirve para reconstruir el edificio en el mundo físico, sino también para crear un archivo digital de acceso público o institucional. Los modelos se exportan en formatos abiertos, como OBJ, FBX o glTF, y se documentan dentro de una base de datos que registra metadatos, ubicación, técnicas empleadas y grado de conservación.

Este enfoque garantiza que, incluso si el sitio sufre daños irreparables, su forma, textura y memoria sigan preservadas para futuras generaciones.

Quién diría que un dron, un algoritmo y un poco de paciencia podrían convertirse en los nuevos restauradores del patrimonio... aunque sin polvo ni pinceles.