Lumion y D5 Render manejan la iluminación de forma distinta
Lumion procesa la luz con un motor que prioriza la velocidad y la facilidad para trabajar. Su sistema de iluminación global es rápido y permite ajustar la atmósfera de una escena de manera intuitiva. Los ajustes para la hora del día, la nubosidad y la luz artificial son directos, lo que ayuda a iterar con rapidez durante las primeras fases de un proyecto. D5 Render, por su parte, emplea un motor que simula el camino de la luz con más precisión física. Esto se nota al calcular efectos como la dispersión de la luz en un medio o los reflejos complejos, lo que puede dar como resultado una imagen con un realismo técnico más marcado en ciertas condiciones.
El enfoque en la iluminación global y las sombras
La diferencia principal reside en cómo calculan la luz indirecta. Lumion usa métodos optimizados que son muy eficientes, pero a veces simplifican el comportamiento de la luz al rebotar, lo que puede requerir ajustes manuales para corregir sombras o claroscuros. D5 Render tiende a simular estos rebotes con más muestreos por defecto, lo que genera sombras más suaves y una transición de luz a oscuridad que muchos usuarios perciben como más natural, aunque esto demanda más del hardware del ordenador.
Las fuentes de luz y los materiales interactúan de modo diferente
La respuesta de los materiales a la luz varía entre ambos programas. En Lumion, los materiales tienen parámetros claros para controlar cómo reflejan la luz, lo que facilita lograr un aspecto concreto de manera predecible. En D5 Render, la interacción entre luz y material suele estar más ligada a modelos físicos, como el estándar PBR, lo que puede hacer que metales, vidrios o superficies rugosas reaccionen de un modo que se asemeja más a la realidad física, integrándose de forma coherente en el entorno iluminado.
Es común ver a usuarios pasar horas ajustando un atardecer perfecto, solo para darse cuenta de que la luz artificial de las lámparas no se enciende sola y hay que configurarla manualmente, un pequeño recordatorio de que, por muy real que parezca, sigue siendo un simulacro.
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