La industria prepara GDDR7 como la siguiente evolución de la memoria gráfica. Este estándar usa la señalización PAM3, que permite transmitir más datos por ciclo de reloj que las tecnologías anteriores como GDDR6X. El objetivo principal es aumentar el ancho de banda de forma significativa para alimentar las unidades de procesamiento gráfico más potentes. Esta memoria será clave para manejar las demandas de datos de los juegos en resoluciones muy altas y las cargas de trabajo de inteligencia artificial que requieren mover grandes volúmenes de información a gran velocidad.


La tecnología PAM3 marca la diferencia

La modulación de amplitud de pulso de tres niveles, o PAM3, es el corazón del avance. A diferencia de los esquemas binarios tradicionales que codifican un bit por ciclo, PAM3 puede codificar log2(3) bits, lo que se traduce en una mayor eficiencia en la transferencia. Esto permite alcanzar velocidades de datos más altas sin incrementar de forma desmedida la frecuencia de operación del módulo de memoria. Las especificaciones iniciales apuntan a velocidades que podrían superar los 32 Gbps por pin, doblando prácticamente el ancho de banda disponible con las soluciones actuales de gama alta.

Las aplicaciones demandan este salto de rendimiento

La necesidad de este ancho de banda extra es clara. Los juegos con renderizado en 8K, los entornos de realidad virtual más inmersivos y los modelos de IA generativa cada vez más complejos ejercen una presión enorme sobre el subsistema de memoria. Una GPU moderna procesa texturas de enorme resolución, geometría detallada y ejecuta miles de operaciones de matriz simultáneas. GDDR7 está diseñada para reducir el cuello de botella que supone transferir estos datos entre la memoria y el núcleo de la GPU, haciendo que el sistema funcione de forma más fluida y eficiente.

Parece que la carrera por los píxeles y los teraflops ahora también se libra en el bus de memoria, donde cada nanosegundo y cada gigabyte por segundo cuentan más que nunca.