Congelar el movimiento requiere una velocidad de obturación alta
Para congelar un instante que el ojo no puede percibir, se usa una velocidad de obturación muy alta. Esto implica configurar la cámara en modo manual o prioridad al obturador y seleccionar un tiempo de exposición breve, como 1/1000 de segundo o menos. Al abrirse y cerrarse tan rápido, el obturador captura una fracción de tiempo mínima, lo que detiene visualmente la acción. Este método es útil para fotografiar sujetos que se mueven con gran rapidez, como un deportista en pleno salto, un pájaro volando o una gota de agua al impactar.
La luz y la configuración son factores clave
Al usar una velocidad tan alta, entra muy poca luz al sensor. Para compensar esto y lograr una exposición correcta, normalmente se necesita abrir mucho el diafragma o subir el valor ISO. Es recomendable trabajar en un entorno con buena iluminación natural o usar fuentes de luz artificial potentes. Además, para asegurar el enfoque en un sujeto rápido, se suele emplear el modo de enfoque continuo y disparar en ráfaga, lo que aumenta la probabilidad de conseguir la toma deseada.
El equipo adecuado ayuda a obtener mejores resultados
Aunque muchas cámaras permiten estas velocidades, un cuerpo con un buffer amplio procesa mejor las ráfagas. Los objetivos luminosos, con una apertura máxima amplia como f/2.8 o mayor, permiten que entre más luz, lo que ofrece más flexibilidad. Para acciones predecibles, como un deporte, se puede prefocar manualmente en un punto y esperar a que el sujeto pase por allí, optimizando así la nitidez de la imagen final.
Recuerda que congelar el movimiento no es lo mismo que eliminar el desenfoque por movimiento de cámara; para eso necesitas una velocidad alta o un trípode, pero son conceptos distintos.
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