Un prisma que proyecta destellos y arcoíris en la fotografía
Sostener un prisma o un trozo de vidrio cerca del objetivo de la cámara permite manipular la luz directamente. Al mover y girar el elemento, la luz se descompone y se redirige hacia la lente. Esto proyecta reflejos, manchas de color y destellos sobre la escena principal. El efecto se crea en el momento de capturar, no después al procesar la imagen. El resultado añade una capa etérea y abstracta a la composición fotográfica.
El material y su manejo definen el efecto
Cualquier superficie transparente y con ángulos puede funcionar, como un prisma de cristal óptico, vidrio biselado o incluso la pantalla de otro teléfono. La clave reside en experimentar con el ángulo respecto a la fuente de luz y a la lente. Girar el prisma lentamente hace que los reflejos se deslicen por el encuadre. Acercarlo o alejarlo modifica la intensidad y el tamaño de las manchas de luz. Se recomienda usar el modo de enfoque manual para evitar que la cámara intente enfocar en el propio prisma.
Integrar los destellos en la composición
El propósito no es solo añadir luz, sino integrarla de forma coherente. Los reflejos pueden iluminar una zona oscura del rostro de un retratado o crear un punto de interés en un paisaje simple. Los arcoíris pequeños añaden un toque de color sutil. Es útil usar un diafragma abierto para suavizar y difuminar estos elementos, de modo que se mezclen con la escena y no parezcan un objeto extraño flotando. La técnica requiere paciencia, ya que los resultados varían con cada pequeño movimiento.
Un consejo práctico: si el sol está alto y el efecto no aparece, quizás el prisma solo refleja un imagen nítida de tu propia cara de frustración.
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