Al descender en el buceo, la presión del nitrógeno en la mezcla respiratoria aumenta, afectando al sistema nervioso y produciendo un estado similar a la embriaguez. Este fenómeno, conocido como narcosis por nitrógeno, altera la percepción, la coordinación y el juicio, representando un riesgo significativo para los buceadores en aguas profundas. A pesar de los avances en la exploración oceánica, el entorno submarino sigue siendo hostil y poco conocido, donde factores físicos y biológicos cambian drásticamente con la profundidad.


El desarrollo del buceo recreativo

La accesibilidad al buceo recreativo se debe en gran parte al invento del regulador de aire comprimido por Jacques Cousteau y Émile Gagnan en 1943. Este dispositivo permitió a las personas respirar bajo el agua de forma autónoma, abriendo las puertas a la exploración submarina para el público en general. Sin embargo, con esta libertad surgieron nuevos desafíos, como la narcosis por nitrógeno, que recuerda a los buceadores los límites de la adaptación humana en condiciones extremas.

Riesgos y efectos de la narcosis

La narcosis por nitrógeno se manifiesta típicamente a profundidades superiores a los 30 metros, donde la presión parcial del nitrógeno es lo suficientemente alta como para interferir con la función neuronal. Los síntomas incluyen euforia, desorientación, lentitud en los reflejos y, en casos graves, pérdida de conciencia. Es crucial que los buceadores reconozcan estos signos y tomen medidas, como ascender a menor profundidad, para mitigar los efectos. La formación adecuada y el uso de mezclas de gases alternativas, como el helio, pueden reducir este riesgo.

A veces, el buceador se siente tan eufórico que piensa que puede bailar con los peces, hasta que se da cuenta de que ni siquiera puede recordar cómo subir a la superficie.