La lingüista Louise Banks se une a un equipo militar para comunicarse con unos visitantes extraterrestres. Doce naves misteriosas aparecen en distintos puntos del planeta y nadie comprende sus intenciones. El trabajo de Louise consiste en descifrar el lenguaje de los seres, a los que llaman heptápodos. Este proceso no solo implica aprender palabras, sino entender una forma de pensar completamente ajena a la humana.


El lenguaje heptápodo transforma la percepción

A medida que Louise domina el lenguaje alienígena, su mente comienza a procesar la realidad de un modo distinto. Los heptápodos no experimentan el tiempo de forma lineal, sino como un todo simultáneo donde pasado, presente y futuro coexisten. Aprender su idioma escrito, basado en complejos logogramas circulares, reprograma gradualmente su cerebro. Louise empieza a percibir su propia vida, incluyendo momentos futuros como el nacimiento y la pérdida de su hija, como eventos presentes.

La obra reflexiona sobre el determinismo y la conciencia

La historia profundiza en las implicaciones de saber el futuro. Si uno conoce lo que va a suceder, ¿puede cambiarlo o simplemente lo acepta? La narrativa entrelaza los recuerdos futuros de Louise con su presente, mostrando cómo el conocimiento total no libera, sino que redefine la libertad. La prosa de Ted Chiang aborda estas ideas con precisión y un tono emotivo, priorizando el desarrollo filosófico sobre la acción espectacular. Este relato sirvió de base para la película La Llegada.

Quizás el verdadero superpoder no sea volar, sino entender la declaración de la renta de un heptápodo sin que te duela la cabeza.