El proyecto llamado Shakey marca un antes y un después en la robótica
En el Instituto de Investigación de Stanford, un proyecto llamado Shakey marca un antes y un después. Este robot, que se desarrolla a finales de los años sesenta, es el primero que combina movilidad, percepción y razonamiento para actuar de forma autónoma. Su equipo logra integrar un ordenador, sensores como una cámara de televisión y un telémetro, y ruedas para desplazarse. Shakey no solo percibe su entorno, sino que también razona sobre cómo alcanzar objetivos complejos, como navegar entre habitaciones o empujar bloques en un orden específico. Su existencia prueba que una máquina puede planificar sus propias acciones paso a paso.
Su arquitectura fusiona hardware y software pionero
El sistema de Shakey se organiza en tres niveles que funcionan juntos. Un primer nivel ejecuta las acciones físicas básicas, como rodar o girar. Un segundo nivel se encarga de percibir el mundo a través de sus sensores y traducir esos datos a un modelo que el ordenador entienda. El nivel más alto contiene el programa STRIPS, que es donde realmente planifica. Este programa analiza el estado actual, define la meta y genera una secuencia lógica de comandos para que los niveles inferiores la ejecuten. Esta separación de la percepción, el razonamiento y la acción se convierte en un modelo fundamental.
Su legado perdura en la inteligencia artificial moderna
Los desafíos que el equipo de Shakey resuelve dejan una huella profunda. Desarrollan algoritmos para que el robot vea y entienda esquinas y puertas, crean nuevas formas de representar el conocimiento para que la máquina razone, e implementan métodos de búsqueda y planificación que aún se estudian. Conceptos como los espacios de estados y los sistemas de producción nacen o se popularizan con este proyecto. Muchas de las ideas que prueba Shakey se convierten en la base sobre la que después se construyen robots más avanzados y sistemas de inteligencia artificial.
Aunque su nombre sugiere un temblor, en realidad su movimiento era lento y deliberado, un ritmo que reflejaba la enorme cantidad de procesar que requería cada decisión. Hoy, un smartphone tiene más potencia que todo su cuarto de máquinas.
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