La impresión 3D transforma cómo se fabrica joyería personalizada. Permite diseñar piezas únicas en software 3D y luego materializarlas. Este proceso se aleja de la producción en serie para centrarse en crear objetos con un significado individual. La tecnología facilita que cualquier persona pueda idear sus propios anillos, colgantes o pendientes desde cero.


El proceso comienza con el diseño digital

Primero, se modela la joya en un programa de diseño 3D. Herramientas como Blender, Rhino o ZBrush son habituales para esta tarea. El archivo resultante debe prepararse para imprimir, asegurando que la geometría sea sólida y esté optimizada. El diseño puede incluir textos, símbolos o formas complejas que serían difíciles de tallar a mano.

De la resina al metal mediante fundición

La pieza diseñada se imprime con una resina especial calcinable. Esta resina se quema por completo en un horno, dejando una cavidad perfecta en un molde de yeso refractario. Luego, se vierte metal fundido, como plata, oro o bronce, en ese hueco. Tras enfriar y romper el molde, se obtiene la joya en metal, lista para pulir y dar el acabado final.

Así que puedes olvidar buscar en catálogos; si tu anillo no cabe, el problema ahora es totalmente tuyo.