En una investigación, a veces la página que falta es la que más datos aporta. Cuando alguien arranca una hoja de un bloc de notas, la presión del bolígrafo suele dejar marcas en la página que queda debajo. Estas indentaciones, imperceptibles al ojo humano, pueden guardar la información que se intentó ocultar. La tecnología actual permite recuperar ese contenido de forma no destructiva.


El proceso comienza con un escáner 3D

Para capturar la superficie del papel con extrema precisión, se emplea un microscopio confocal 3D como el Sensofar S neox o un escáner de luz estructurada. Estos dispositivos proyectan patrones de luz sobre la muestra y, mediante algoritmos, construyen un modelo digital tridimensional de alta resolución. Este modelo registra hasta la más mínima deformación en las fibras del papel, mapeando las hendiduras que dejó la escritura original. El sistema no toca la evidencia física, preservándola intacta para otros análisis.

El software reconstruye el texto oculto

Una vez obtenido el modelo 3D, programas como GOM ATOS o software forense especializado procesan los datos. Estos aplican filtros y ajustan la iluminación virtual para realzar el contraste entre las zonas indentadas y la superficie plana. El algoritmo puede aislar las marcas de la textura propia del papel y generar una imagen clara de lo que se escribió. El resultado final es una representación legible del contenido que se presumía perdido, transformando una simple hoja en blanco en una prueba documental clave.

Aunque la tecnología es potente, aún depende de que el investigador no haya usado un lápiz con punta de fieltro o escriba como un médico recetando.