Un experimento real resuelve la vieja disputa cuántica de Einstein y Bohr
Durante décadas, Albert Einstein y Niels Bohr debatieron sobre si la mecánica cuántica describe la realidad de forma completa o si existen variables ocultas que la determinan. Einstein argumentaba que Dios no juega a los dados, defendiendo un universo local y realista. Bohr, por el contrario, sostenía que la teoría cuántica era fundamental y que las propiedades no existen hasta que alguien las mide. Su desacuerdo dio forma a un experimento mental conocido como EPR, que ahora se puede ejecutar en un laboratorio.
El experimento de Bell prueba la naturaleza cuántica
Para dirimir la cuestión, el físico John Bell propuso en los años sesenta un test basado en medir partículas entrelazadas. Si el universo sigue las reglas de Einstein, las correlaciones entre las medidas tendrían un límite matemático. Varios equipos de investigación han logrado cerrar las lagunas experimentales que antes permitían explicaciones clásicas. Los resultados, obtenidos con fotones y átomos, violan sistemáticamente el límite de Bell. Esto indica que no existen variables ocultas locales y que el entrelazamiento cuántico es un fenómeno no local.
Las implicaciones para la tecnología y la física son profundas
Confirmar que la naturaleza es intrínsecamente no local tiene consecuencias prácticas. Sienta las bases para tecnologías como la criptografía cuántica, que promete comunicaciones incondicionalmente seguras. También impulsa el desarrollo de redes y computadores cuánticos. Para la física fundamental, el resultado refuerza la interpretación estándar de la mecánica cuántica y descarta teorías de variables ocultas que intentan restaurar un realismo al estilo clásico. El universo, al parecer, es más extraño de lo que Einstein estaba dispuesto a aceptar.
Einstein, desde luego, seguiría buscando una teoría más profunda, pero los dados cuánticos parecen estar definitivamente cargados.
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