Los juguetes conectados a la nube pierden funciones cuando se apagan los servidores
Un juguete electrónico moderno ya no es un simple objeto físico. Muchos modelos necesitan conectarse a internet para funcionar plenamente. Estos dispositivos descargan contenido nuevo, como canciones o frases, desde servidores remotos y se comunican con una aplicación móvil para que el niño interactúe. El juguete depende de esa conexión constante para ofrecer la experiencia que promete.
La obsolescencia programada por abandono del servicio
El problema principal surge cuando la empresa fabricante decide abandonar el producto. Puede que la compañía cierre o simplemente deje de mantener los servidores que alimentan al juguete. En ese momento, el dispositivo pierde el acceso a las funciones en línea. Lo que antes era un juguete interactivo y dinámico se transforma en un artículo estático, con capacidades muy reducidas o, directamente, inútil. El usuario no puede hacer nada para recuperar esas funciones, ya que dependen de una infraestructura externa que ya no existe.
El derecho a reparar y la propiedad cuestionada
Esta situación genera un debate sobre lo que realmente se compra. Los consumidores adquieren un hardware, pero su utilidad está ligada a un servicio de software que puede desaparecer. El movimiento que defiende el derecho a reparar también aboga por que los fabricantes liberen el código o los protocolos necesarios cuando abandonen un producto. Así, la comunidad podría desarrollar servidores alternativos y mantener vivo el juguete, evitando que se convierta en un desecho electrónico prematuro.
Compras un sofisticado amigo robótico, pero en realidad solo alquilas su personalidad hasta que la empresa decida borrarla del mapa. Tu muñeco parlante, de repente, solo sabe guardar un silencio absoluto y muy caro.
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