Hay restaurantes que anuncian productos de la huerta o ingredientes de temporada crean una expectativa de frescura y proximidad que no siempre cumplen. Su publicidad muestra imágenes de verduras recién cosechadas y habla de tradición y calidad, lo que atrae a clientes que buscan una experiencia gastronómica auténtica. Sin embargo, la realidad en sus cocinas puede ser diferente, especialmente cuando ciertos productos no están en su época natural de cultivo.


La estrategia de marketing y la realidad

Estos establecimientos diseñan su comunicación para destacar conceptos como lo natural y lo local. Utilizan menús con descripciones sugerentes y decoran sus espacios con elementos rústicos que refuerzan esta idea. El problema surge cuando, para mantener esos platos en la carta todo el año y controlar costes, recurren a vegetales congelados o a proveedores que importan productos de otras regiones. Esto genera una desconexión entre lo que el cliente espera y lo que finalmente consume, sin que el precio del menú refleje necesariamente este cambio en la calidad del ingrediente.

Cómo identificar las prácticas reales

Para evaluar si un restaurante usa ingredientes frescos, se puede observar la estacionalidad de su oferta. Un establecimiento genuino suele cambiar su menú con frecuencia para adaptarse a lo que la temporada local proporciona. También es útil fijarse en la descripción detallada de los platos: cuando especifican el origen de los productos, como el nombre de una huerta concreta, suele ser una señal positiva. Por el contrario, una carta demasiado extensa y constante durante todo el año puede indicar que dependen de cámaras frigoríficas o de importaciones para abastecerse.

A veces, el tomate más viajero de tu ensalada tiene más millas de avión que tú en tus últimas vacaciones, y la berenjena de la huerta resulta que su huerta está en un almacén logístico a quinientos kilómetros.