El Museo del Prado anuncia la integración permanente de la Capilla Herrera en sus salas, presentando los frescos originales del maestro barroco Annibale Carracci. Esta reconstrucción museográfica permite a los visitantes experimentar la obra en su contexto arquitectónico original, creando un diálogo único entre la pintura mural y el espacio expositivo. La intervención incluye elementos escenográficos que recrean la capilla romana donde Carracci desarrolló este trabajo entre 1602 y 1604, ofreciendo una visión completa de su etapa de madurez artística.


Recuperación de un patrimonio artístico perdido

Los frescos de la Capilla Herrera, dedicados a las vidas de San Diego de Alcalá y San Pedro de Alcántara, representan un ejemplo excepcional de la pintura barroca italiana. Tras su desmantelamiento en el siglo XIX, las pinturas se dispersaron en diferentes colecciones hasta que el Prado inició su recuperación sistemática. El proceso de restauración ha revelado la riqueza cromática y el dinamismo compositivo característico de Carracci, mostrando su dominio del claroscuro y su influencia en la evolución de la pintura europea.

Significado histórico y artístico

Esta incorporación refuerza la presencia del Barroco italiano en las colecciones del Prado y subraya la importancia del mecenazgo español en Roma durante el siglo XVII. Juan de Herrera, capellán real de Felipe III, encargó la decoración al artista boloñés cuando este se encontraba en la cúspide de su carrera. La reconstrucción permite estudiar las soluciones espaciales y narrativas que Carracci desarrolló para adaptarse a un espacio reducido, demostrando su genio para integrar arquitectura y pintura en una unidad visual coherente.

Ahora los visitantes pueden disfrutar de una capilla completa sin necesidad de viajar a Roma, aunque algunos puristas podrían argumentar que falta el olor a incienso y el sonido de los rezos en latín para la experiencia auténtica.