La carpa fantasma de Cirque du Soleil en Tenerife
En el sur de Tenerife, junto al complejo turístico de Costa Adeje, un enorme solar vacío y plano guarda el recuerdo de un proyecto que nunca vio la luz. Se trata del emplazamiento donde, a mediados de la década de 2000, se anunció con gran pompa la construcción de La Ciudad del Circo, una sede permanente para el Cirque du Soleil que iba a convertirse en un icono de la isla. La idea era levantar una carpa gigante y fija, una estructura arquitectónica vanguardista que albergaría espectáculos exclusivos durante todo el año, atrayendo a un nuevo tipo de turismo cultural. Las expectativas eran tan altas como la carpa prometida, y los medios locales e internacionales se hicieron eco de lo que parecía el inicio de una nueva era para el ocio en Canarias.
Un sueño anunciado con gran fanfarria
El proyecto se presentó oficialmente en 2006 de la mano del entonces presidente del Cabildo de Tenerife, Ricardo Melchior, y los representantes de la famosa compañía canadiense. La inversión prevista superaba los cien millones de euros y se prometía la creación de cientos de puestos de trabajo, tanto directos como indirectos. La carpa, con un diseño futurista, se concibió no solo como un teatro, sino como el núcleo de un complejo que incluiría restaurantes, tiendas y espacios de entretenimiento. El terreno, cedido por el ayuntamiento de Adeje, se preparó y se llegó incluso a colocar la primera piedra en un acto simbólico cargado de optimismo. Durante un tiempo, los carteles publicitarios y las maquetas mostraron una visión deslumbrante que capturó la imaginación de residentes y empresarios por igual.
Los cimientos que nunca fraguaron
Sin embargo, tras los primeros anuncios, el silencio se fue apoderando del proyecto. Los retrasos comenzaron a acumularse, primero de forma discreta y luego de manera evidente. Los motivos oficiales fueron variando: problemas en la financiación, cambios en la estrategia global del Cirque du Soleil y dificultades burocráticas. Con el paso de los años, y especialmente tras el estallido de la crisis financiera de 2008, el sueño se fue desvaneciendo. Nunca se llegó a erigir ni un solo pilar de la famosa carpa. El solar, tras una breve etapa como aparcamiento improvisado para eventos cercanos, permanece hoy como un espacio vacío, un recordatorio físico de la ambición que se quedó en papel. El proyecto fue dado oficialmente por muerto años después, sin que se moviera un solo camión de obra para hacerlo realidad.
Hoy, ese terreno es una ironía urbana: un espacio preparado para lo extraordinario que solo alberga polvo y viento, la carpa más famosa de la isla es la que todos imaginan pero nadie ha visto jamás, un espectáculo de sombras y promesas donde el único número acrobático lo dio la expectativa antes de caer en el olvido.
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