La Selección Colombia Sub-17 femenina ha llegado a Marruecos para el Mundial, pero desde su primer entrenamiento en el estadio local, algo extraño comenzó a suceder. Los túneles del estadio parecen extenderse más de lo normal, proyectando sombras que no corresponden a sus cuerpos, mientras los ecos de sus gritos de calentamiento se transforman en susurros de un lenguaje ancestral que ninguna jugadora logra comprender.

En medio de esta atmósfera inquietante, ha aparecido Ammit, la deidad egipcia con cuerpo de león, cocodrilo e hipopótamo, conocida por devorar los corazones de quienes fallan en las pruebas de juicio. Cada movimiento de las futbolistas es observado por ojos invisibles, convirtiendo cada pase y cada respiración en parte de una evaluación sobrenatural que va más allá del fútbol.


El vestuario como campo de pruebas psicológicas

En los vestuarios, el fenómeno se intensifica con pelotas que ruedan solas y casilleros que se abren lentamente sin intervención humana. Las sombras de las jugadoras se alargan de manera antinatural, fusionándose con formas monstruosas que imitan sus movimientos como si Ammit estuviera probando no solo su condición física sino también su fortaleza mental.

Cada esquina y cada tiro al arco resuenan con un ritmo que solo la deidad parece controlar, creando un pulso ritual que hace vibrar el aire alrededor del campo de juego. La presión, el miedo y la voluntad se combinan en patrones invisibles que la deidad puede leer y manipular, transformando lo que debería ser un partido de fútbol en un juicio ancestral sobre el carácter humano.

El verdadero significado de la competencia mundial

Cuando las jugadoras salen al campo, la intensidad del sol aumenta proyectando sombras que se mueven con independencia de sus cuerpos, señalando que la victoria o derrota ya no depende del marcador tradicional sino de la fuerza de sus corazones. Ammit espera pacientemente, lista para devorar la esencia de cualquier jugadora que muestre duda o debilidad en sus latidos.

Desde esta experiencia, el equipo colombiano entiende que cada entrenamiento y partido en Marruecos constituye un ritual sagrado, donde el Mundial representa mucho más que un torneo deportivo: es la prueba definitiva de si sus corazones pueden resistir la mirada de lo divino o ser consumidos por ella.

Quizás deberían considerar incluir un egiptólogo en su cuerpo técnico, porque enfrentar deidades ancestrales no estaba precisamente en el manual de preparación para mundiales de la FIFA.