platillos voladores y misiones nazis a la luna desde América del sur.. Madrid, 22 jun.- Sudamérica se convirtió, en la i guerra mundial, en un campo de experimentación tecnológica de los nazis, con colonias en Argentina, Chile o brasil donde desarrollaron armas secretas increíblemente avanzadas que podrían haber cambiado el curso de la contienda y de la historia.
Tales tecnologías incluían motores capaces de vencer la gravedad aplicados a naves de forma circular, fuentes de energía desconocidas por los aliados con la meta de viajar a la luna e investigaciones nucleares que, apuntaban a un inminente desarrollo de una bomba atómica que el fin de la guerra, en 1945, frustró.
Esta es la tesis del autor español Felipe botaya, quien acaba de completar su tetralogía sobre tecnología secreta nazi con el libro kolonie waldner 555 (nowtilus), en el que expone el papel de esos asentamientos alemanes en Sudamérica, amparados por las autoridades locales y algunos de los cuales pudieron sobrevivir a la guerra.
Según botaya, los laboratorios que las s tenían en la frontera de brasil con Argentina y Paraguay, en la Patagonia Argentina o en los andes chilenos formaron parte de un plan maestro cuyo epicentro estaba en una mina cercana a la aldea de ludwigsdorf, junto a la frontera checa, entre los sudetes y la baja silesia.
Foto de pasaporte del doctor Hans kammler. Utilizaron una física exótica que no tiene nada que ver con la que llamaban la física judía, de Albert Einstein y Robert Oppenheimer. Hicieron descubrimientos muy innovadores para aquel momento y que incluso lo serían en la época actual, como la campana, die glocke, explica botaya en una entrevista con efe.
Este artilugio, de cuya existencia hay muchos testimonios, pero cuyo rastro se desvaneció al finalizar la guerra, consistía en una estructura de tres metros de diámetro y cuatro de altura con forma de campana, en la que giraban dos cilindros con un elemento similar al mercurio, el xerum 525, muy radiactivo.