Los científicos han identificado dos pequeñas mutaciones genéticas que podrían haber sido cruciales para que los humanos desarrollaran la capacidad de caminar erguidos. La primera modificación implica una rotación del ilion en la pelvis, alterando la inserción muscular y favoreciendo el equilibrio necesario para la marcha bípeda. La segunda mutación retrasa la osificación del ilion, permitiendo que la pelvis adopte una forma más amplia y estable, similar a un cuenco, lo que resulta esencial para mantener la postura erguida. Estos cambios no generan nuevos genes, sino que ajustan los reguladores que controlan la activación de ciertos genes durante el desarrollo, facilitando así la evolución de la pelvis humana.


Impacto en la bipedestación y la salud

Estas mutaciones no solo posibilitan caminar sobre dos piernas, sino que también permiten un canal de parto más amplio, lo que beneficia el parto humano. Sin embargo, estos mismos ajustes anatómicos podrían explicar el mayor riesgo de osteoartritis de cadera en humanos en comparación con otros primates, debido a las tensiones adicionales en la articulación. En conjunto, estos hallazgos subrayan cómo modificaciones sutiles en la regulación genética de estructuras existentes pueden conducir a innovaciones anatómicas significativas, como el bipedalismo, sin necesidad de cambios genéticos drásticos.

Implicaciones evolutivas

Estas mutaciones demuestran que la evolución a menudo funciona mediante ajustes finos en los mecanismos reguladores, en lugar de crear genes completamente nuevos. Este enfoque permite transformaciones anatómicas profundas, como la adaptación de la pelvis para la bipedestación, que ha sido fundamental en la historia evolutiva humana. Al entender estos procesos, los investigadores pueden explorar cómo pequeños cambios genéticos han dado forma a características distintivas de nuestra especie, ofreciendo perspectivas valiosas sobre nuestra historia biológica.

Así que, mientras caminamos orgullosamente erguidos, recordemos que nuestra pelvis evolucionó para sostenernos, aunque a veces nos recuerda con un dolor de cadera que la bipedestación tiene su precio.

Fuente: https://www.nature.com/articles/s41586-025-09399-9