La tensión entre potencias por el control y exportación de tierras raras vuelve a escalar, y con ella, la preocupación en sectores tecnológicos y creativos. Estos minerales, como el neodimio, disprosio o lantano, son esenciales para fabricar componentes de alto rendimiento, como procesadores, tarjetas gráficas, discos duros y sistemas de refrigeración.

Si las restricciones comerciales aumentan o los costes de extracción se disparan, el efecto en la cadena de suministro global puede sentirse rápidamente en el precio y la disponibilidad del hardware que usamos a diario, desde estaciones de trabajo profesionales hasta consolas o servidores de render.


Un impacto directo en el hardware de alto rendimiento

La fabricación de GPUs y CPUs depende de materiales estratégicos que concentran su producción en pocos países, principalmente China. Una restricción en la exportación o un aumento de aranceles puede traducirse en una subida inmediata de precios o en una reducción de la oferta.

Las estaciones de trabajo dedicadas al modelado 3D, la simulación o la edición de vídeo profesional serían de las más afectadas, ya que requieren chips con gran densidad de transistores y sistemas de almacenamiento de alto rendimiento. Esto podría ralentizar las renovaciones de equipos en estudios, universidades o empresas de ingeniería, y empujar a algunos profesionales hacia soluciones en la nube.

El software 3D y la industria audiovisual ante un escenario de incertidumbre

Aunque el software no se ve afectado de forma directa por el precio de los materiales, su rendimiento sí depende del hardware sobre el que se ejecuta. Si los costes de las GPUs y CPUs aumentan, los desarrolladores de software 3D y renderizado pueden tener que optimizar sus herramientas para equipos menos potentes o fomentar el uso de sistemas híbridos que combinen procesamiento local y en la nube.

En el ámbito audiovisual, la escasez de componentes podría encarecer la producción de equipos de grabación, edición y almacenamiento, ralentizando flujos de trabajo y afectando a estudios pequeños o independientes.

Al final, puede que los próximos conflictos tecnológicos no se libren por el petróleo o los datos, sino por una pizca de neodimio escondida en el corazón de nuestras tarjetas gráficas.