A pesar de que los fabricantes anuncian nuevos modelos de portátiles y PC de escritorio, una preocupación creciente nubla el lanzamiento de estos productos. El alto precio de los componentes, unido a una escasez significativa de memoria RAM, presiona a las compañías. Esta situación las lleva a considerar reducir a la mitad las unidades que fabrican de cada equipo nuevo, lo que podría limitar la disponibilidad en el mercado.


Los fabricantes ajustan sus planes de producción

La industria se enfrenta a un desajuste entre la demanda del mercado y la capacidad real de suministrar componentes clave. La memoria DRAM es un elemento esencial cuyo coste no deja de subir, y conseguir suficientes chips se ha vuelto complicado. Para gestionar este cuello de botella y controlar los costes, los productores evalúan fabricar lotes más pequeños. Esta estrategia busca equilibrar el catálogo de novedades con la realidad logística, aunque implica asumir que no todos los clientes que quieran un modelo nuevo podrán adquirirlo de inmediato.

El impacto se traslada al consumidor final

Esta coyuntura tiene consecuencias directas para quienes quieren comprar un ordenador. Una producción más limitada suele traducirse en menos stock en tiendas y, potencialmente, en precios de venta al público más elevados. El consumidor podría encontrar dificultades para localizar el modelo específico que busca o tener que esperar más tiempo para recibirlo. El sector observa cómo estos factores externos condicionan la evolución natural del mercado de hardware.

Parece que la ley de la oferta y la demanda ahora incluye un tercer elemento inesperado, como la paciencia. Conseguir el último portátil podría convertirse en una cacería donde el botín no es solo el equipo, sino también encontrarlo a un precio razonable.