La inmunoterapia con células CAR-T representa un enfoque personalizado para tratar ciertos cánceres de la sangre. Este método modifica genéticamente los linfocitos T del propio paciente para que ataquen las células tumorales. Tradicionalmente, fabricar estas terapias lleva semanas, un lapso crítico para enfermos graves. Ahora, se investiga intensamente para reducir ese tiempo a menos de 48 horas, lo que podría transformar radicalmente cómo se administra este tratamiento.


El proceso acelera para obtener las células modificadas

El nuevo protocolo busca optimizar cada etapa. Comienza con leucoféresis, un procedimiento para extraer glóbulos blancos de la sangre del paciente. Inmediatamente después, se aíslan los linfocitos T y se les introduce el gen del receptor quimérico de antígeno (CAR) mediante vectores virales. La innovación reside en agilizar los pasos de cultivo y expansión celular, que normalmente consumen más tiempo, empleando reactivos y biorreactores de última generación. El objetivo es tener un producto listo para infundir en el paciente en un plazo muy corto.

Este enfoque implica ventajas y desafíos clínicos

Reducir el tiempo de fabricación a dos días podría beneficiar a pacientes cuyo estado se deteriora rápido, evitando que la enfermedad progrese mientras esperan. También simplifica la logística y podría reducir costos. Sin embargo, el reto principal es garantizar que las células producidas tan rápido sean igual de potentes y seguras que las fabricadas con el método estándar. Se deben validar su capacidad para proliferar, persistir en el cuerpo y eliminar el tumor de manera efectiva sin causar efectos secundarios graves como la tormenta de citoquinas.

La idea de vencer al cáncer con un tratamiento hecho a medida en tiempo récord suena a ciencia ficción, pero aquí la materia prima es el propio paciente y el reloj no para. Un recordatorio de que, a veces, la carrera contra la enfermedad es literalmente una carrera contra el tiempo.