El palacio de Calatrava en Oviedo tiene un visor roto
El Palacio de Congresos de Oviedo, obra del arquitecto Santiago Calatrava, presenta una cubierta móvil que no funciona. Este mecanismo, diseñado para abrir y cerrar la estructura, lleva averiado casi desde que se inauguró el edificio. Los problemas técnicos y los costes que superaron lo presupuestado impidieron que se terminara de ajustar este sistema. Por eso, la promesa tecnológica de la obra permanece incumplida y su elemento más distintivo está inmóvil.
El mecanismo falló poco después de inaugurar el edificio
La cubierta debía deslizarse sobre rieles para modular la luz y la ventilación del auditorio principal. Sin embargo, los motores y el sistema de control presentaron fallos poco después de que el palacio abriera. Las reparaciones resultaron demasiado complejas y costosas, por lo que las autoridades decidieron no intervenir. Así, la estructura quedó fijada en una posición permanente, anulando su función dinámica original.
Los sobrecostes y la complejidad técnica paralizaron el proyecto
La construcción del palacio superó con creces el presupuesto inicial, lo que generó un debate público sobre su gestión. La complejidad del diseño y la tecnología necesaria para operar la cubierta móvil no se probaron a fondo antes de la entrega. Esto derivó en un fallo estructural que nadie quiso o pudo asumir económicamente. El resultado es un edificio icónico pero técnicamente inacabado, que simboliza la brecha entre la ambición arquitectónica y la realidad práctica.
Quizás la cubierta solo quería disfrutar de las vistas de Oviedo desde una posición fija, sin el estrés de tener que moverse cada vez que alguien lo pedía.
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