Los pilares del puente incierto se alzan sobre el Guadalquivir
Seis pilares de hormigón emergen del río Guadalquivir en Sevilla. Son los únicos elementos construidos del que debía ser un gran puente atirantado para la ronda de circunvalación SE-40. La obra se detuvo hace años y desde entonces estos pilares permanecen en el agua, sin que se haya decidido su futuro. Representan un proyecto de infraestructura paralizado por un debate que aún no se resuelve.
El debate entre puente o túnel paraliza la obra
El proyecto original planteaba un puente atirantado para cruzar el río. Sin embargo, surgió la alternativa de construir túneles subterráneos para no afectar visualmente la zona, que es paisaje protegido. Las administraciones no logran ponerse de acuerdo sobre qué solución adoptar. Esta falta de consenso mantiene la obra en un punto muerto, sin que se reinicien los trabajos ni se desmantele lo construido.
La estructura genera un paisaje industrial inesperado
Los pilares, de considerable altura, han creado un perfil inusual en el entorno del río. Algunos ciudadanos los perciben como una cicatriz en el paisaje, mientras que otros los han integrado como parte de la vista. Su presencia constante plantea dudas sobre el coste de mantener una estructura a medio hacer y los retos técnicos que supondría retomar la construcción tras tanto tiempo parado.
El puente se ha convertido en un monumento no planificado a la indecisión administrativa, donde las grúas que nunca se retiraron parecen preguntar, cada día, si su trabajo continuará.
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