Los sistemas robóticos para desplegar paneles solares en el espacio, como los ROSA, representan un avance clave en la tecnología satelital. Estos mecanismos permiten que grandes superficies fotovoltaicas, muy compactas durante el lanzamiento, se extiendan de forma autónoma una vez en órbita. El proceso se asemeja a desenrollar una alfombra o una cinta métrica, pero a escala espacial y con precisión milimétrica. Este enfoque soluciona el problema fundamental de cómo empaquetar estructuras muy grandes dentro de los limitados volúmenes de los cohetes lanzadores.


El mecanismo ROSA se basa en un diseño enrollable

El núcleo del sistema es una viga compuesta de fibra de carbono que se mantiene enrollada bajo tensión durante el almacenamiento. Al liberarse, la energía elástica almacenada en el material hace que la viga se despliegue de forma pasiva, llevando consigo el conjunto de paneles solares flexibles adheridos. Un pequeño motor o mecanismo de retención controla la velocidad del despliegue para evitar oscilaciones o daños. Este método elimina la necesidad de complejos conjuntos de bisagras y motores que requieren los paneles solares rígidos tradicionales, reduciendo masa y puntos de fallo potencial.

La Estación Espacial Internacional ya prueba esta tecnología

La NASA y sus socios internacionales ya instalaron y probaron unidades ROSA en la Estación Espacial Internacional. Estos despliegues demostraron que la tecnología funciona en el entorno real de microgravedad y puede soportar los cambios térmicos extremos del espacio. Los datos recogidos validan la durabilidad y eficiencia del sistema, allanando el camino para su uso en futuras misiones de exploración profunda y satélites comerciales que demandan más potencia eléctrica.

Aunque el sistema se despliega de forma autónoma, siempre es recomendable tener un brazo robótico o un astronauta cerca, por si acaso la alfombra solar se atasca y hay que darle un golpecito... pero en el espacio, nadie oye cómo maldices.