Hace cien años, dos astrónomos protagonizaron un debate histórico que definió la cosmología moderna. En 1920, Harlow Shapley y Heber Curtis discutieron sobre la naturaleza de las nebulosas espirales y el tamaño del universo. Shapley defendía que nuestra galaxia, la Vía Láctea, era todo el cosmos. Curtis argumentaba que esas nebulosas eran universos isla separados, galaxias como la nuestra. Este enfrentamiento, conocido como el Gran Debate, no tuvo un claro vencedor inmediato, pero estableció las preguntas fundamentales que aún guían la investigación.


El legado del debate y las preguntas actuales

El debate se resolvió años después, cuando Edwin Hubble demostró que Andrómeda era una galaxia externa. Sin embargo, el espíritu de la discusión persiste. Hoy, los cosmólogos debaten sobre la tasa de expansión del universo, la constante de Hubble, y la naturaleza de la energía oscura. Las mediciones modernas presentan discrepancias que recuerdan a la incertidumbre de 1920, indicando que nuestro conocimiento del cosmos sigue siendo incompleto y sujeto a revisión.

La ciencia avanza al cuestionar lo establecido

Este aniversario subraya que la ciencia progresa al confrontar ideas. Los desacuerdos, lejos de ser un problema, impulsan la búsqueda de datos más precisos y teorías más robustas. Los telescopios de nueva generación, como el James Webb, intentan ahora medir con mayor exactitud parámetros cósmicos para zanjar las discusiones actuales, del mismo modo que los observatorios del siglo XX cerraron el primer gran debate.

Un siglo después, los astrónomos siguen midiendo el universo con la misma pasión y, a veces, con la misma frustración que Shapley y Curtis, demostrando que algunas discusiones cósmicas simplemente cambian de escala, pero no de intensidad.