En Gogo Monster, Taiyo Matsumoto narra la historia de Yuki, un niño de primaria que percibe una realidad distinta. Él está convencido de que monstruos habitan su escuela, seres que solo él puede ver. Esta creencia lo aísla de sus compañeros, quienes lo consideran extraño. Solo Makoto, un niño rebelde, se acerca a Yuki con curiosidad y trata de entender su mundo. La trama se desarrolla como una reflexión sobre la imaginación y la soledad durante la niñez, usando un enfoque surrealista para mostrar cómo un niño procesa su entorno.
El estilo visual define la atmósfera
Taiyo Matsumoto aplica un estilo de dibujo reconocible, con trazos sueltos y formas que se deforman. Este enfoque genera una energía visual dinámica. Emplea perspectivas que distorsiona intencionadamente, lo que permite representar el entorno desde el punto de vista infantil del protagonista. Esta técnica construye una atmósfera onírica, donde los límites entre lo real y lo imaginado se desdibujan. El resultado es una experiencia gráfica que busca que el lector perciba el mundo con la misma intensidad y confusión que Yuki.
La narrativa trasciende lo fantástico
Aunque la premisa involucra criaturas fantásticas, el cómic profundiza en temas concretos. Explora cómo la mente infantil puede crear sistemas complejos para explicar lo que no comprende o para enfrentar el sentimiento de no pertenecer. La relación entre Yuki y Makoto sirve como contrapunto, mostrando un vínculo frágil basado en la aceptación. Matsumoto evita dar respuestas definitivas sobre la naturaleza de los monstruos, lo que invita a interpretar si son un refugio, una manifestación de ansiedad o simplemente parte de un mundo paralelo que los adultos olvidan.
Un detalle irónico es que, en una historia sobre ver monstruos invisibles, el mayor susto a veces lo provoca la mirada vacía y normalizada de los compañeros de clase.
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