La resistencia al agua en móviles con IP67 o IP68 tiene limitaciones
Muchos fabricantes promocionan sus teléfonos como resistentes al agua gracias a certificaciones como IP67 o IP68. Esto genera la idea de que el dispositivo puede soportar sin problemas la lluvia, una caída accidental en un vaso o incluso en la piscina. Sin embargo, esta resistencia no es absoluta ni permanente. Las pruebas de laboratorio que otorgan estas certificaciones se realizan bajo condiciones muy específicas y controladas, que distan mucho de la realidad del uso diario.
La garantía no cubre los daños por líquidos
A pesar de comercializar el producto con esta característica, la garantía del fabricante casi nunca incluye la cobertura por daños causados por agua u otros líquidos. Esto sucede porque la certificación se refiere a un estado ideal del dispositivo, recién salido de fábrica y sometido a pruebas en agua dulce y estancada. En el mundo real, el teléfono se expone a agua con cloro, sal, jabón o movimiento, factores que pueden vencer los sellos de goma que lo protegen.
La resistencia se degrada con el tiempo y el uso
Los pequeños sellos que aíslan los componentes internos no son eternos. Se desgastan con el paso del tiempo, la exposición al calor y, sobre todo, con los golpes o caídas que sufre el terminal, aunque sean leves. Un impacto mínimo puede comprometer la integridad de estas juntas sin que el usuario lo perciba, haciendo que el móvil pierda su capacidad para repeler el agua de forma efectiva. Por tanto, confiar en que el teléfono sobrevivirá a una inmersión prolongada o a un entorno húmedo agresivo es un riesgo.
Así que, aunque el marketing muestre imágenes idílicas de personas usando el móvil bajo una cascada, la recomendación práctica es tratar cualquier dispositivo como si no tuviera esta protección. Evitar mojarlo deliberadamente sigue siendo la mejor política para evitar disgustos y reparaciones costosas que no asumirá la garantía.
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