El proyecto para construir una estación de esquí en el Puerto de San Glorio, en la frontera entre Cantabria y León, genera un debate que se alarga en el tiempo. La idea, que pretende desarrollar una gran infraestructura invernal, choca frontalmente con una oposición ecologista firme y organizada. Los grupos conservacionistas argumentan que el complejo afectaría gravemente a la biodiversidad del cercano Parque Nacional de Picos de Europa, un espacio protegido de alto valor ecológico. Este conflicto entre desarrollo económico y protección ambiental paraliza cualquier avance concreto, manteniendo la estación en un limbo administrativo y legal.


El conflicto entre desarrollo y conservación

La polémica surge porque el área elegida se sitúa en un entorno natural privilegiado y sensible. Los ecologistas señalan que construir pistas, remontes y edificios alteraría irreversiblemente el hábitat de especies emblemáticas y amenazadas, como el oso pardo cantábrico y el urogallo. Además, cuestionan la viabilidad económica y la sostenibilidad de la nieve en una zona con un régimen de precipitaciones cada vez más irregular debido al cambio climático. Las instituciones, divididas entre las que promueven el empleo y las que defienden el patrimonio natural, no logran un consenso, lo que perpetúa la incertidumbre.

Un futuro incierto para el proyecto

A pesar de los reiterados intentos por relanzar la iniciativa, incluso con planes modificados, ninguna de las propuestas ha conseguido superar los obstáculos legales y la presión social. Los tribunales han anulado en varias ocasiones los avales ambientales necesarios para construir, basándose en informes técnicos que prevén un impacto negativo. Mientras, la infraestructura prevista solo existe en planos y maquetas, convirtiendo la estación en un símbolo de los proyectos faraónicos que nunca llegan a materializarse. El paisaje del puerto sigue siendo el de siempre, sin rastro de remontes mecánicos ni urbanizaciones.

Así, el sueño invernal de San Glorio se mantiene en hibernación perpetua, esperando una primavera que, por ahora, no llega. Quizás el mayor legado del proyecto sea haber demostrado lo difícil que es esquiar sobre el fino hielo de la legislación ambiental.