Las visitas anuales al veterinario son una parte fundamental para cuidar a las mascotas. Este control periódico permite detectar posibles problemas de salud antes de que se agraven, lo que facilita tratarlos y suele reducir su coste. Durante la revisión, el profesional evalúa el estado general del animal, desde su peso y dentadura hasta su movilidad y comportamiento. Esta práctica es la base de la medicina preventiva, que prioriza evitar que las enfermedades aparezcan o progresen, en lugar de solo curarlas cuando ya se han manifestado.


Las vacunas y desparasitaciones protegen a la mascota

Actualizar el plan de vacunación y desparasitación es otro pilar de la visita anual. Las vacunas preparan el sistema inmunitario para defenderse de virus y bacterias específicos, como el moquillo, la parvovirosis o la rabia. Las desparasitaciones, tanto internas como externas, controlan parásitos como pulgas, garrapatas y lombrices intestinales. Seguir el calendario que el veterinario establece según la especie, la edad y el estilo de vida de la mascota es crucial para mantener estas defensas activas y eficaces.

La prevención es más sencilla y económica

Invertir en prevención a través de chequeos regulares suele ser más sencillo y menos costoso que afrontar tratamientos para enfermedades avanzadas. Una detección temprana de una afección dental, una artritis incipiente o un problema metabólico como la diabetes permite intervenir con terapias más simples y con mejor pronóstico. Esto no solo ahorra recursos económicos, sino que también minimiza el estrés y el sufrimiento para el animal, contribuyendo a una mejor calidad de vida a largo plazo.

Un dueño prevenido vale por dos, aunque la mascota siga prefiriendo esconder la pastilla en el sofá antes que tomársela.