El Puente de la Bahía de Cádiz, una infraestructura clave para conectar la capital con Puerto Real y San Fernando, finalmente abre al tráfico. Este viaducto, de más de cinco kilómetros de longitud, incluye una sección atirantada que salva la zona de navegación del canal. Su construcción, que comenzó en la década de 2000, se prolongó durante años más de lo previsto, generando expectación y cierta frustración entre los ciudadanos que esperaban acortar sus desplazamientos.


Los motivos que explican la demora

Diversos factores contribuyeron a que el proyecto se retrasara. Encontrar un diseño que respetara el entorno de la bahía, una zona con un valor natural y paisajístico muy alto, requirió tiempo y estudios. Además, la complejidad técnica de construir sobre un terreno con condiciones geológicas difíciles y en un área con un intenso tráfico marítimo supuso desafíos de ingeniería. Problemas de financiación y cambios en la gestión del proyecto también alargaron los plazos.

El impacto de la conexión finalizada

Con la apertura del puente, se descongestionan otras vías de acceso a Cádiz, como la carretera de San Fernando. Esto mejora la movilidad en el área metropolitana y facilita el transporte de mercancías hacia el puerto y las zonas industriales. La obra, aunque tardía, se convierte en un elemento fundamental para organizar el tráfico en la bahía y potenciar el desarrollo económico de la comarca.

Ahora los conductores pueden quejarse de los atascos en un sitio nuevo y más moderno, un lujo que solo una obra pública que tarda décadas puede ofrecer.