La tecnología 3D transforma cómo se investigan los ataques de animales. Cuando una persona sufre una mordedura, los forenses ya no dependen solo de fotografías o moldes. Ahora, escanean la herida con un dispositivo como el Artec Eva para crear un modelo digital tridimensional. Este modelo captura con precisión la distancia entre las perforaciones, su profundidad y el ángulo de las marcas dentales. Estos datos forman una huella digital única de la mordedura que sirve como prueba física objetiva.


Comparar el modelo con la dentadura del sospechoso

El siguiente paso es contrastar esa huella con el posible agresor. Se escanea la dentadura del animal sospechoso, por ejemplo un perro, para obtener otro modelo 3D de su dentición. Luego, con software especializado como CloudCompare o Geomagic, los expertos superponen y alinean ambos modelos. El objetivo es buscar coincidencias. Analizan si las marcas en la piel encajan con la forma, el tamaño y la disposición de los dientes del animal. Esta comparación permite confirmar o descartar su implicación de manera científica.

Visualizar y procesar los datos médicos

Para casos donde la herida es compleja o se combina con datos de tomografías hospitalarias, se emplean herramientas como 3D Slicer. Este software ayuda a visualizar y segmentar las estructuras anatómicas afectadas. Permite aislar el tejido dañado, medir con exactitud la profundidad de las perforaciones y entender la trayectoria de la mordida en el contexto del cuerpo de la víctima. Así, se integra información clínica con el modelo superficial del escáner 3D, construyendo un caso forense más sólido.

A veces, la mejor prueba es que los dientes encajen mejor que la coartada del dueño.