Una investigación reciente cuestiona la idea de que las sociedades de cazadores recolectores son modelos de igualdad social. El estudio analiza datos de decenas de grupos contemporáneos y revela que la jerarquía y la desigualdad son más comunes de lo que se suponía. La visión romántica de sociedades completamente horizontales parece no ajustarse a la realidad observada.


La jerarquía se manifiesta en el acceso a recursos

El trabajo muestra que en muchas de estas comunidades algunos individuos o familias controlan más recursos, como alimentos o herramientas, y ejercen una mayor influencia en las decisiones del grupo. Esta desigualdad no siempre es extrema, pero existe y se transmite entre generaciones. La idea de un igualitarismo absoluto se basa más en una idealización que en datos empíricos.

El concepto de igualdad necesita matizarse

Los investigadores proponen que el igualitarismo en estos grupos no significa una ausencia total de jerarquía, sino que se refiere a sistemas donde se limita el poder coercitivo y se fomenta compartir. Sin embargo, persisten diferencias de estatus basadas en habilidades, género o linaje. Esto sugiere que las estructuras sociales humanas son complejas y diversas, incluso en comunidades pequeñas.

Así que la próxima vez que alguien idealice el paraíso igualitario prehistórico, quizá convenga recordar que hasta en la edad de piedra había quien quería llevarse la mejor pieza del mamut.