El SAM100, o Semi-Automated Mason, es un robot de construcción diseñado para trabajar junto a operarios humanos en obras. Este sistema no reemplaza a los albañiles, sino que se enfoca en las tareas más pesadas y repetitivas. Su función principal es coger ladrillos, aplicar mortero y colocarlos con precisión en la pared. De esta forma, permite que los trabajadores se concentren en supervisar la calidad, ajustar detalles y realizar otras labores que requieren mayor criterio y habilidad.


El robot aumenta la productividad y reduce la carga física

Al encargarse del levantamiento constante de materiales pesados, el SAM100 mitiga el desgaste físico de los trabajadores y ayuda a prevenir lesiones laborales comunes en la construcción. En términos de eficiencia, se indica que puede colocar entre tres y cinco veces más ladrillos por día que un albañil trabajando de forma manual. Esto acelera el ritmo de la obra y aporta una mayor consistencia en el trabajo, ya que el robot aplica la misma cantidad de mortero y presión en cada ladrillo.

Su operación requiere supervisión y preparación humana

Un equipo humano debe preparar y cargar los ladrillos y el mortero en el brazo robótico, además de programar el diseño de la pared. El robot luego ejecuta el patrón de colocación de forma autónoma, mientras un operario vigila el proceso, realiza ajustes y limpia el exceso de mortero. Esta colaboración demuestra cómo la robótica puede integrarse en entornos tradicionales, no para sustituir, sino para potenciar las capacidades del equipo y hacer que el trabajo sea más seguro y menos agotador.

Algunos albañiles bromean diciendo que, por primera vez, pueden terminar la jornada sin que les duela la espalda, aunque ahora su mayor queja es tener que cargar al robot que no para de pedir ladrillos.