En el panorama de las estafas telefónicas, los llamados reinos de cadenas o concursos fraudulentos han evolucionado hacia un modelo de negocio perverso. Estos esquemas prometen premios deslumbrantes, como un coche de lujo o un viaje exótico, a cambio de una simple llamada o un SMS. La ilusión de una oportunidad única se vende a través de mensajes masivos o anuncios llamativos, creando una sensación de urgencia y posibilidad que tienta a cualquiera. Sin embargo, detrás de ese gancho emocional se esconde un mecanismo diseñado exclusivamente para generar dinero a costa del usuario.


La trampa del coste oculto y la tarificación especial

La clave del engaño reside en el número de contacto. Estas promociones utilizan números de tarificación especial, cuyo coste por minuto o por SMS es desorbitado, a menudo varios euros. El objetivo de la empresa organizadora no es entregar premios, sino mantener a la persona en la línea el mayor tiempo posible, escuchando música o mensajes grabados, mientras se le informa de que su llamada es importante y está en cola. Cada segundo que pasa genera ingresos exponenciales para la empresa, convirtiendo la espera en un pozo sin fondo para el bolsillo del incauto.

La falsa promesa y la opacidad del sorteo

La transparencia en la entrega del premio es, prácticamente, inexistente. Los concursos suelen carecer de un reglamento claro y accesible, y los mecanismos de selección del ganador son opacos. En la inmensa mayoría de los casos, el premio espectacular no se llega a entregar, o se otorga de manera cuestionable a una entidad relacionada. La estrategia se basa en el volumen: por cada miles de llamadas carísimas recibidas, el coste del supuesto premio queda ampliamente cubierto, haciendo el negocio tremendamente lucrativo y el sueño del participante, inalcanzable.

Así que, la próxima vez que te prometan un Ferrari por contestar al teléfono, recuerda que lo único que probablemente acelerará será la factura de tu móvil.