La Fragata F-100 Álvaro de Bazán representa la cúspide de la tecnología naval española, diseñada específicamente para guerra antiaérea con capacidades stealth que reducen su firma radar significativamente. Con una eslora de 146.7 metros, manga de 18.6 metros y calado de 4.75 metros, sus proporciones equilibran capacidad operativa y maniobrabilidad en diversos escenarios marítimos. El diseño incorpora un hangar integrado para operaciones de helicópteros y cuatro paneles radar SPY-1D que proporcionan cobertura de 360 grados para detección y seguimiento de amenazas aéreas.


Sistema de combate y sensores

El corazón electrónico de la fragata reside en su sistema AEGIS combinado con los radares SPY-1D, creando una burbuja defensiva capaz de seguir cientos de objetivos simultáneamente. Los cuatro paneles planos del radar se distribuyen estratégicamente alrededor de la superestructura, formando un sistema pasivo coherente que opera en banda S para detección a larga distancia. La integración stealth no solo afecta al casco sino también a las antenas y sistemas externos, con superficies anguladas que dispersan las ondas radar mientras mantiene capacidades de comunicación satelital.

Armamento y sistemas defensivos

Para su misión principal de defensa aérea, la fragata emplea el sistema de lanzamiento vertical Mk41 con capacidad para misiles Standard SM-2MR y ESSM, complementado con el cañón Mk45 de 127 mm para apoyo naval y costero. El sistema de misiles Harpoon proporciona capacidad antibuque con alcance superior a 100 km, mientras que la defensa de punto queda cubierta por el sistema Meroka y lanzadores de señuelos. La plataforma puede operar helicópteros SH-60B Seahawk para guerra antisubmarina y reconocimiento, ampliando su radio de acción mediante sensores aerotransportados.

Aunque con su imponente silueta parece sacada de una película de ciencia ficción, esta fragata tiene el curioso honor de ser uno de los pocos barcos que puede detectar un avión antes de que el piloto termine de desayunar.