Las consolas portátiles históricamente han utilizado tarjetas de memoria propietarias que se convierten en un verdadero dolor de cabeza para los usuarios cuando las compañías dejan de fabricarlas. Este diseño intencionado obliga a los jugadores a depender de accesorios específicos que, una vez descatalogados, se vuelven extremadamente difíciles de encontrar y adquieren precios desorbitados en el mercado de segunda mano. La situación afecta especialmente a quienes desean mantener funcionando sus consolas antiguas o disfrutar de juegos que requieren almacenamiento adicional.


El caso paradigmático de PlayStation Vita

Sony implementó con PlayStation Vita unas tarjetas de memoria exclusivas que resultaron notablemente más caras que las soluciones estándar del mercado. Esta decisión comercial generó críticas generalizadas entre la comunidad de jugadores, quienes veían cómo el coste de ampliar el almacenamiento de su consola superaba con creces lo que habrían pagado por tarjetas microSD convencionales. Con el paso del tiempo y la discontinuación de la consola, estas tarjetas se han convertido en artículos de coleccionista con precios que triplican o cuadruplican su valor original.

Soluciones alternativas y comunidad de modders

Afortunadamente, la comunidad de entusiastas ha desarrollado adaptadores y métodos alternativos que permiten utilizar almacenamiento estándar en muchas de estas consolas. Estos proyectos demuestran que las limitaciones impuestas por los fabricantes son artificiales y responden más a estrategias comerciales que a necesidades técnicas reales. Los usuarios habilidosos pueden hoy rescatar sus consolas portátiles antiguas mediante soluciones ingeniosas que sortean las barreras de la obsolescencia programada.

Parece que los fabricantes esperaban que simplemente tiráramos las consolas cuando dejaran de vender los accesorios, pero subestimaron la terquedad de los jugadores y su amor por el hardware retro.