El laberinto digital creado por Silicon Valley para quitar el significado de Internet
		
		
				
					
					
				
				
					
				
		
			
				
					Una sombra se extiende sobre nuestra realidad digital, un proceso corruptor que Cory Doctorow nombra con escalofriante precisión: enshittification. Las plataformas que alguna vez prometieron conexión y utilidad ahora se transforman en pesadillas distópicas donde somos el producto, donde cada clic alimenta máquinas que nos devoran lentamente. El internet se convierte en un cementerio de experiencias, un paisaje desolado donde la usabilidad se sacrifica en altar de la vigilancia y el control absoluto.
El ciclo de la descomposición digital
Primero te seducen con funcionalidades brillantes, con promesas de comunidad y eficiencia. Luego, cuando ya no puedes escapar, cuando tu vida entera depende de sus servicios, comienza la transformación monstruosa. Las interfaces se vuelven laberintos tortuosos, los algoritmos muestran contenidos que erosionan tu psique, y cada interacción extrae pedazos de tu alma digital. Es un ecosistema diseñado para tu dependencia, donde la degradación ocurre tan gradualmente que apenas notas cómo te conviertes en un espectro atrapado en sus redes.
Resistencia en las tinieblas
Doctorow susurra estrategias de supervivencia en la oscuridad: interoperabilidad forzada, regulaciones que actúen como talismanes protectores, el poder aterrador de abandonar plataformas moribundas. Debemos convertirnos en fantasmas que atraviesan sus muros, en entidades que se niegan a ser consumidas. La descentralización se erige como nuestro único refugio, un lugar donde podemos reconstruir fragmentos de humanidad lejos de sus garras digitales. Cada migración hacia alternativas más éticas es un acto de terror contra sus estructuras parasitarias.
Lo más aterrador no es que las plataformas se degraden, sino que nosotros nos estamos acostumbrando a esta descomposición. Aprendemos a navegar interfaces cada vez más hostiles como sonámbulos en una pesadilla colectiva, aceptando que pagar con nuestra privacidad y cordura es el precio normal por existir en el mundo moderno. Nos convertimos en cómplices de nuestro propio vaciamiento digital, sonriendo mientras firmamos contratos con demonios que no podemos ver.
				
			 
			
		 
			
				
			
				
			
			
				|Agradecer cuando alguien te ayuda es de ser agradecido|