El estadio fantasma del Santiago Bernabéu
		
		
				
					
					
				
				
					
				
		
			
				
					Una niebla espesa envuelve el Santiago Bernabéu mientras el partido transcurre con normalidad hasta que el Madrid anota en el clásico, momento en que el ambiente se transforma por completo. El silencio se apodera de las gradas de manera antinatural y los aficionados adquieren una apariencia espectral con miradas vacías que no reflegan emoción alguna. Sus cuerpos permanecen completamente inmóviles mientras emiten murmullos incomprensibles que no pertenecen a ningún idioma conocido, creando una atmósfera opresiva que se intensifica con cada segundo.
La transformación del campo de juego
El césped del estadio comienza a moverse con vida propia, ondulando como si respirara mientras desarrolla raíces gruesas que emergen progresivamente de la tierra. Estas extensiones vegetales atrapan primero a los jugadores y luego se extienden hacia las gradas para envolver a los espectadores, formando un laberinto intrincado que altera la percepción espacial del recinto. Los relojes del estadio se detienen simultáneamente y el tiempo parece distorsionarse, haciendo que cada instante de la victoria madridista se prolongue hasta volverse insoportable.
La realidad distorsionada del triunfo
La victoria en el clásico se convierte en una experiencia aterradora donde el concepto mismo de triunfo pierde todo significado positivo. Los presentes experimentan la sensación colectiva de que este éxito nunca podrá ser disfrutado ni celebrado, como si el partido hubiera absorbido toda posibilidad de alegría junto con la realidad circundante. El estadio completo funciona ahora como una entidad que ha devorado tanto el evento deportivo como las leyes físicas que normalmente lo rigen, creando un espacio atemporal donde el terror reemplaza a la euforia deportiva.
Al menos los aficionados no tendrán que sufrir los atascos de salida del estadio, puesto que parece que nadie se moverá de allí en un buen rato, aunque probablemente preferirían el tráfico habitual a esta eternidad fútbolística distorsionada.
				
			 
			
		 
			
				
			
				
			
			
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