Una conversación inesperada en una celda solitaria. The Last Blossom es la nueva película dirigida por Baku Kinoshita, a quien muchos recordamos por la joya animada Odd Taxi. Esta vez, nos mete en la celda de un anciano yakuza condenado a cadena perpetua. Lleva años encerrado, olvidado por todos, hasta que un día escucha una voz. Pero no es la de un guardia o un recluso... es una flor. Una flor balsamina que, para sorpresa de todos (incluido él), habla como un ser humano.
Una reflexión poética sobre el arrepentimiento
La historia se centra en los diálogos entre este criminal envejecido y la flor, llamada Housenka. A través de sus charlas, el hombre empieza a recordar su vida: malas decisiones, violencia, traiciones, y todo lo que lo llevó a ese punto final. Lo interesante es que no hay moralejas baratas ni redenciones fáciles. Es una conversación honesta, casi terapéutica, donde la flor actúa más como espejo que como salvadora.
Animación sobria, diseño con propósito
Como es habitual en los trabajos de Kinoshita, el estilo visual no va por el camino del exceso, sino por el de la expresividad contenida. Los diseños de personajes tienen un trazo fino, sin artificios innecesarios, y probablemente se realizaron en software como TVPaint o Toon Boom Harmony, ideales para proyectos con un enfoque más autoral y sensible. La animación fluye suave, con énfasis en los gestos mínimos y los silencios cargados de significado.
Una flor con más profundidad que muchos humanos
Housenka no es solo un recurso narrativo curioso; se convierte en un personaje central, lleno de metáforas, observaciones punzantes y una sabiduría inesperada. Es raro que una flor animada tenga más profundidad que muchos protagonistas de dramas, pero así es. A veces da la sensación de que los diálogos fueron escritos desde un banco del parque al final de una vida, más que desde una oficina de guionistas.
Y por si te lo preguntabas: no, no es una película de jardinería
Aunque tiene una flor que habla, The Last Blossom no es una historia fantasiosa ni ligera. Es melancólica, existencial y hasta incómoda por momentos. Pero también es extrañamente hermosa. Y lo mejor: no necesitas haber entendido Odd Taxi para disfrutarla… aunque si lo hiciste, sabrás que te espera algo fuera de lo común.
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