Votar por una candidatura. Es cuando ejercemos nuestro derecho al voto expresando nuestra preferencia -entre un abanico de candidaturas que concurren a las elecciones- Por la opción política que consideramos que mejor nos representa o nos sentimos más identificados.
Votos en blanco. Emitimos un voto en blanco cuando participamos en las elecciones, pero no votamos a favor de ninguna fuerza política, ya sea no introduciendo la papeleta en el sobre (parlamento europeo, comunidad autónoma o ayuntamientos) o, en el caso de las elecciones para el senado, no marcando en las casillas de las papeletas indicación alguna en favor de ninguno de los candidatos, a diferencia del voto nulo, los votos en blanco son considerados válidos, y según la sentencia 265/93, de 26 de junio del tribunal constitucional, éstos suponen una legítima opción política de participación en el proceso electoral. Los votos en blanco son válidos y computables a la hora de la aplicación de la barrera del 3% de los votos emitidos -que es el mínimo de votos que debe obtener una fuerza política para conseguir representación-. A pesar de ser considerados válidos, los votos en blanco -al igual que los votos nulos- No son tenidos en cuenta a la hora del reparto de los escaños, concejalas, o puestos a repartir. En ningún caso los votos en blanco o los nulos se agrupan a ninguna formación política. Por ello, el votar en blanco es considerado por parte de la ciudadanía como un deseo de ejercer el derecho al voto y a participar en su entorno político, pero a la vez como forma de expresar el descontento por las distintas fuerzas políticas que concurren a las elecciones, con las cuáles no se siente identificado. Una interpretación distinta es la que emiten otras personas al considerar que el voto en blanco en definitiva, beneficia a la fuerza más votada, ya que, ese voto protesta no va a parar a ninguna de las otras candidaturas.
Votos nulos, son los que emitimos -ya sea por un descuido, desconocimiento del procedimiento, como acto de protesta, en sobres o papeletas diferentes del modelo oficial, o en papeleta sin sobre, o en sobres que contengan más de una papeleta de distinta candidatura. En las elecciones al congreso, al parlamento europeo o a los ayuntamientos, serán nulos los votos emitidos en papeletas en las que se hubieran modificado, añadido, señalado o tachado nombres de los candidatos comprendidos en ella. En las elecciones al senado serán nulos los votos emitidos en papeletas en las que se hubieran señalado más de tres nombres, o más de dos en las circunscripciones insulares, algunas personas hacen una interpretación del voto nulo achacándolo al desconocimiento de la ciudadanía del procedimiento correcto para votar, o en su defecto a un descuido. Sin embargo, otras consideran el voto nulo como un acto protesta, la manifestación del rechazo al procedimiento electoral o a las fuerzas políticas que se presentan. En cualquier caso, los votos nulos no son considerados válidos y, por tanto, no influyen en el recuento, ni en el resultado, abstención.
Nos abstenemos cuando no participamos de las elecciones, cuando decidimos no ir a votar. Como en el caso de los votos nulos y los votos en blanco, la abstención es considerada de una forma u otra dependiendo del cristal con el que se mire. La abstención -nos referimos en todo momento a porcentajes superiores al 20%, ya que, por debajo de esta cifra se considera un nivel aceptable de abstención, en el que se contabilizan por personas fallecidas, que han cambiado de hogar, enfermas el día de la votación, puede significar que la ciudadanía está conforme con la gestión llevada a cabo, o las encuestas son muy favorables a su opción política y, por tanto, no ve necesaria su participación. La interpretación mayoritaria valora la abstención como disconformidad por el modelo electoral, por sus reglas, por los partidos políticos poco representativos y, por tanto, decide no formar parte de lo que considera un juego, de tal forma que considera que pone en duda su legitimidad. En todo caso, la abstención es la actitud más pasiva, con menor afán de cambio, y con menor deseo de influir en el entorno de forma activa. Los beneficiarios políticos del voto escéptico son los que cuentan con la mayor cantidad de votos válidos, ése será el resultado político más, allá de toda actitud subjetiva.