En cuatro ocasiones el ex líder del, José María Aznar, se refirió despectivamente cuando era gobierno al respaldo que daba la entonces oposición a las manifestaciones ciudadanas. La primera fue el 27 de mayo de 2002, cuando le preguntaron por la huelga general convocada para el 20 de junio de aquel año: «la oposición no se hace, ni mucho menos la alternativa, agarrándose a la primera pancarta que pasa por la calle», declaró. Nueve días después repetía el argumento, aunque con otras palabras: «el gobierno va a continuar con su política económica frente a las amenazas, ante las que lo fácil sería replegarse, pero queremos ganar el partido y que España no se pare pese a los que crean confusión y hacen ruido tras una pancarta».
La tercera ocasión en la que Aznar como líder del p y del gobierno cuestionaba el uso político de las manifestaciones ciudadanas se produjo con ocasión de las protestas contra la participación española en la guerra de Irak. «la política no es cosa de agitación, sino de ideas. No es cosa de pancartas, sino de proyectos, y ahí unos estamos vestidos y otros van en pelotas. Por eso, si algunos carecen de proyectos, quizás lo único que les queda es más pancarta, más agitación y más seguir en pelotas», dijo en abril de 2003.
Sobre esta misma materia, el día 22 de ese mismo mes añadía que «se ha intentado sobrepasar al gobierno no por las urnas sino por la presión de la calle. El radicalismo tan extremo ha demostrado que tras la pancarta no había nada. Ahora que se apaga el ruido y la polvareda, hay que preguntarse que es lo que va a quedar detrás de esas pancartas y de las movilizaciones de la oposición».
Ya de nuevo en la oposición, Aznar se olvidó de estas palabras y acudió a la que tuvo lugar el pasado 4 de junio convocada por la asociación de víctimas del terrorismo. El ex presidente rehuyó los primeros lugares de las pancartas, se mezcló entre el público y se colocó, junto a su esposa Ana botella y uno de sus hijos, en un discreto lugar.