Las autoridades de Taiwán analizan establecer controles a la exportación de sus tecnologías de fabricación de semiconductores más punteras. El objetivo principal es proteger la ventaja competitiva estratégica que supone albergar la producción más avanzada de TSMC en la isla. Esta medida, que aún se debate, podría afectar directamente a cómo la compañía opera sus nuevas plantas en países como Estados Unidos, Japón o Alemania.


La propuesta busca mantener una brecha tecnológica

La normativa que se estudia obligaría a que las fábricas de TSMC fuera de Taiwán funcionen con nodos de fabricación que estén, al menos, dos generaciones por detrás de la tecnología más avanzada disponible en sus instalaciones principales. Por ejemplo, si TSMC produce chips de 2 nanómetros en Taiwán, sus plantas en el extranjero solo podrían fabricar chips de 3 nanómetros o tecnologías anteriores. Esto pretende asegurar que el núcleo de la innovación y la capacidad de producir los componentes más complejos permanezca en territorio taiwanés.

El impacto se extiende a la geopolítica y la cadena de suministro

Esta posible decisión se enmarca en un contexto global de tensiones por la supremacía tecnológica y los esfuerzos de varios países por lograr una mayor autonomía en la producción de semiconductores. Limitar el flujo de tecnología de vanguardia podría ralentizar los planes de relocalización de algunas empresas y afectar a las cadenas de suministro globales. Sin embargo, también refleja la cautela de Taiwán ante el riesgo de que su principal activo económico y estratégico se disperse, lo que podría reducir su influencia geopolítica.

Mientras algunos gobiernos esperan con ansia la llegada de la última tecnología a su suelo, esta medida les recordaría que, en el mundo de los chips, estar a la última tiene un precio y a veces ese precio es esperar un par de generaciones. Las fábricas en el extranjero podrían tener que conformarse con ser la versión 'lite' de la innovación taiwanesa.