Las interfaces diegéticas ilegibles frustran al espectador
Una interfaz diegética forma parte del mundo de la ficción y un personaje puede interactuar con ella. El problema surge cuando el diseñador prioriza el estilo visual sobre la función. El espectador no puede leer la información que muestra la pantalla holográfica o el visor del casco. Esto rompe la inmersión porque el usuario real se esfuerza por entender algo que el personaje ficticio supuestamente comprende al instante. La estética no debe comprometer la comunicación básica.
El equilibrio entre estilo y legibilidad es clave
Para que una interfaz diegética funcione, debe comunicar datos de forma clara aunque esté integrada en el entorno. Se puede usar un lenguaje visual estilizado, pero los elementos críticos como indicadores de salud, objetivos o alertas necesitan un contraste suficiente y una tipografía legible. El truco está en diseñar iconos o gráficos que el jugador aprenda a reconocer rápidamente, sin depender de texto pequeño o efectos visuales excesivos que oculten la información.
La frustración nace cuando la forma anula la función
Un exceso de efectos de partículas, distorsiones por lente, brillos intensos o transparencias extremas puede convertir una interfaz en un adorno inútil. El espectador deja de seguir la trama para descifrar qué dice un monitor parpadeante. Esto genera una respuesta contraria a la deseada: en lugar de sentir que está dentro de ese mundo, el usuario se distancia porque percibe un error de diseño. La interfaz debe ayudar a contar la historia, no convertirse en un obstáculo.
Es irónico que un elemento creado para sumergirte en un mundo te saque de él porque no puedes leerlo, como si el personaje tuviera una visión sobrehumana o el diseñador olvidara que hay un humano real al otro lado de la pantalla.
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