Las aerolíneas de bajo coste nos seducen con anuncios de vuelos a precios ridículos que parecen sacados de un cuento de hadas, pero la realidad es muy diferente cuando llegamos al proceso de compra. Lo que en un principio se presenta como una ganga se convierte rápidamente en una pesadilla de costes ocultos que multiplican el precio inicial de forma alarmante.


El desglose que duele en el bolsillo

Al avanzar en la reserva descubrimos que ese vuelo promocionado a un euro no incluye prácticamente nada esencial para viajar. Las tasas aeroportuarias, los gastos de gestión de la reserva y los suplementos por elegir asiento se suman de inmediato, haciendo que el precio comience a escalar de forma preocupante antes incluso de llegar a la sección de equipaje.

El equipaje como arma de lucro

La verdadera estocada final llega con las opciones de equipaje, donde llevar una maleta de mano puede costar casi lo mismo que el billete base y facturar equipaje se convierte en un lujo prohibitivo. Estas compañías han perfeccionado el arte de desglosar cada servicio en conceptos separados para mantener la ilusión del precio bajo mientras extraen el máximo beneficio de pasajeros que ya han invertido tiempo emocional en el proceso de compra.

Es como si te regalaran el marco de un cuadro pero cobraran por el lienzo, los colores, el barniz y el derecho a mirarlo. Al final terminas pagando por un producto completo pero con la amarga sensación de haber caído en una trampa psicológica perfectamente diseñada donde el precio anunciado es solo el cebo para pescar clientes desprevenidos.