No me avergüenza en absoluto contaros lo que si me ha hecho avergonzarme hace media hora en la cola del banco. La cosa es que el presupuesto de mi empresa es tan cutre que incluso el papel higiénico es más rugoso que un tronco de vid.
La cosa es que yo voy al baño cada día y cuando me paso en el mexicano con la cena, al día siguiente puede que vaya incluso dos veces. Ayer después de pasarme la lija del cuarto de baño de mi curro por mi culo, todas las veces que fueron necesarias para limpiarme como dios manda, me fui a mi casa dando un paseo (cómo cada día) el cual me lleva media hora.
Entre la lija, la caminata, el calor de la que hace en Valencia y demás, se me irritó el culo, sí, señores sí, se me irrito el culo. Llegué a casa hecho polvo y tras darme una ducha mi novia, muy cuidadosa ella insistió (todos sabemos cómo insiste una mujer cuando se le mete algo en la cabeza, es mejor ceder que luchar contra su insistencia) en que me pusiera una crema para aliviarme el escozor.
Al final accedí y me puse la crema, también esta mañana antes de ir a trabajar me la puse.
Hace una media hora, fui al banco. La sala silenciosa y enfriada por el aire acondicionado, la gente mirando al suelo y las paredes mientras esperan turno, en eso que siento cómo se aproxima la llegada de un hermoso pedo.
En mis años de experiencia con los pedos domino perfectamente la técnica de expulsar gases fétidos de mi cuerpo sin emitir sonido alguno, o al menos imperceptible por la gente que me rodea, así que, no le di mayor importancia.
Mi imprudencia fue la de no tener en cuenta que tenía puesta la dichosa crema (que, por cierto, no me a aliviado nada) y cuando el ansioso pedo decidió ver la luz la crema burbujeó. Si, burbujeó y burbujeó y el burbujeo debió de hacer caja de resonancia por la localización de la expulsión y el trueno llenó la estancia.
Se supo que era yo porque era el primero en la fila en ese momento y las dos cajeras vieron cómo se me abrían los ojos como dos huevos, lo cual delataba mi situación. Yo no sabía dónde meterme ni a donde mirar, así que, decidí mantener la postura y la compostura y sonreí.
Ahora me doy cuenta de que no sé si hice bien en sonreír por el que pensaran, pero ya no hay vuelta atrás. En fin, quería compartir con vosotros mi experiencia y si alguno de vosotros erais alguno de los de la cola os pido perdón. Un saludo.