Pues aquí estoy. Acabo de fumarme la última colilla hace una hora, y tengo mis chicles al lado. Mientras escribo, me están sudando las manos. El efecto del mono, junto con el de no tener ya más tabaco, podría asemejarlo al de tirarte en paracaídas sin el de emergencia. Los chicles son de 2 MG, cada uno, y un cigarro normal tiene 0,8 Mb así que, me tomaré la mitad, porque si me meto los 2 Mb de golpe, me daría un subidón de nicotina bestial (ya lo probé, así que, sé de lo que hablo). En cuanto me meta el primer chicle en la boca, no podré volver a los cigarrillos. Es importante concienciarme de esto, porque de volver a los cigarros, mi umbral de nicotina para paliar el monazo, sería también más alto. ¿Qué por que os lo cuento? Pues bueno, para los que les guste verme pasarlas esclavas, van a disfrutar un montón con este hilo. Para los que quieran dejar de fumar, a lo mejor con mi experiencia se animan, y para los demás, pues que les aproveche mi historia.
Estoy cabreada. El mono hace que pueda pensar de dos formas distintas a la vez. Es como tener de esos demonios pequeños rojos con cara de mala uva en un hombro, y el típico angelote en el otro.
Mi demonio rojo dice: ¿pero por que tengo que dejar de fumar? Yo disfruto con el tabaco, además, si ya no llego a un paquete diario, ¿por qué no me dejan matarme como me de la gana en paz? Es pensar en meterme el chicle en la boca, y encenderme de rabia.
Mientras, mi angelote le replica: ya sé de sobra que esto sólo es por el síndrome de abstinencia. Mi cerebro modifica su química para buscar desesperadamente su droga, incluso mentirme a mí misma, engañarme para volver a tener su dosis. Podré volver a oler, a no depender de ella, sólo pasaré mal unos días. El resto podré aguantarlo. Ganaré en calidad de vida.
En fin, va por vosotros.
Ya esta, lo hice. Es cuestión de un minuto, tal vez dos. En cuanto llegue la nicotina al cerebro, se habrán pasado los sudores y la angustia. Sigo siendo adicta, pero estoy en camino. El habito, la costumbre de salirme a la terraza a fumar, de hacerlo después de comer o cualquier otra situación en la que esté asociado el cigarro, es cuestión de tiempo. Dependerá de cada uno, supongo. Una vez quitado ése, es más fácil ir reduciendo los chicles (están asquerosos, los disimulen con lo que los disimulen. Pican). En fin, a ver quién me soporta ahora.
Por cierto: me resulta un poco curioso que siendo un medicamento que en malas manos podría ser muy peligroso, me lo vendan en la farmacia como si me vendieran caramelos. Cuando me refiero a peligroso, me refiero a que mal usado, podría hacer lo que he dicho antes, subir la tolerancia a la nicotina. Si fumas un paquete y te metes la dosis que no es, si se te ocurre volver al tabaco, en vez de un paquete podrías fumar dos. La nicotina es una de las drogas más adictivas que existen. Aunque bueno, pensándolo bien, ¿no nos venden tabaco?