El 17 de diciembre de 2025, un satélite de la constelación Starlink de SpaceX, identificado con el número 35956, experimenta una grave anomalía en órbita. Su tanque de combustible se rompe y libera el propelente, lo que altera drásticamente su trayectoria. Este evento inesperado provoca que el aparato pierda altura de forma inmediata y comience un descenso incontrolado hacia la atmósfera terrestre, donde se destruirá por completo. SpaceX no anticipa este fallo y abre una investigación para determinar sus causas.


SpaceX solicita imágenes para investigar el fallo

Para esclarecer lo ocurrido, SpaceX contacta con un operador de plataformas de observación de la Tierra. La compañía solicita imágenes de alta resolución del satélite dañado mientras aún está en el espacio. Estas fotografías permiten analizar el estado exterior de la unidad y buscar indicios del origen de la fuga y la ruptura. La petición subraya la seriedad del incidente y el compromiso de la empresa por entender los mecanismos del fallo.

El incidente no afecta a la red de satélites operativa

Aunque el suceso representa un contratiempo, la red global de Starlink sigue funcionando con normalidad. La pérdida de un solo satélite de entre los miles que forman la constelación no interrumpe el servicio. Sin embargo, el análisis posterior es crucial para SpaceX, ya que puede revelar posibles puntos débiles en el diseño o en el proceso de fabricación de estas unidades, lo que ayuda a prevenir futuros incidentes similares en una flota que debe ser extremadamente fiable.

Parece que incluso en el vacío del espacio, a veces las cosas simplemente se desinflan de la peor manera posible.