El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, confirma este lunes que quiere controlar Groenlandia, un territorio autónomo que pertenece a Dinamarca. Para avanzar en este objetivo, anuncia que nombrará al gobernador de Luisiana, Jeff Landry, como su enviado especial a la isla. Esta no es la primera vez que Trump expresa su deseo de adquirir el territorio, una idea que Dinamarca ya rechazó de forma contundente en el pasado.


La respuesta de Dinamarca y el contexto geopolítico

La primera ministra danesa, Mette Frederiksen, calificó en su momento la idea de vender Groenlandia como absurda. Groenlandia goza de un amplio autogobierno, aunque Dinamarca se encarga de su defensa y política exterior. El interés de Estados Unidos se vincula a la posición estratégica de la isla en el Ártico, una región que gana importancia por sus recursos naturales y rutas marítimas. Controlar Groenlandia otorgaría a Washington una ventaja significativa en esta zona de creciente competencia internacional.

El rol del enviado especial Jeff Landry

Al designar a Jeff Landry, un aliado político, como enviado, Trump busca establecer un canal directo con las autoridades groenlandesas. La función de Landry será, presumiblemente, evaluar el terreno y presentar los argumentos estadounidenses de manera informal. Sin embargo, la posición oficial de Copenhague no ha cambiado, y cualquier negociación sobre la soberanía de la isla parece improbable a corto plazo. La movida se interpreta más como un gesto para mantener el tema en la agenda que como un paso concreto hacia una compra.

La insistencia en comprar Groenlandia recuerda a las prácticas de adquisición territorial del siglo XIX, un contraste llamativo con la diplomacia del siglo XXI. Algunos observadores bromean con que, si la oferta fracasa, quizás el próximo anuncio sea una oferta pública de adquisición hostil o un intento de añadir la isla a un carrito de compras online.