Los grandes inversores internacionales aumentan su exposición a las empresas chinas de inteligencia artificial. Esta tendencia responde a que la ventaja tecnológica de Estados Unidos se reduce y los fondos buscan diversificar sus carteras. Además, en Wall Street crece la preocupación por una posible burbuja especulativa en el sobrecalentado sector estadounidense de IA. La gestora británica Ruffer es un ejemplo claro, pues limita sus inversiones en las grandes tecnológicas de EE. UU. y planea reforzar su posición en la china Alibaba. Esta empresa controla una división que diseña chips para IA, posee el gran modelo de lenguaje Qwen e invierte en infraestructura en la nube.


China acorta distancias en la carrera tecnológica

La brecha en inteligencia artificial entre China y Estados Unidos se estrecha con rapidez, según analizan los gestores. Aunque reconocen que Estados Unidos sigue liderando en IA de vanguardia, el ritmo al que China avanza modifica el panorama competitivo. Esta percepción está detrás de los movimientos de capital hacia empresas asiáticas, vistas ahora con un mayor potencial de crecimiento a largo plazo y, quizás, con una valoración más atractiva que sus homólogas norteamericanas.

La estrategia de Ruffer refleja un cambio de rumbo

La decisión de Ruffer de limitar la exposición a los big tech estadounidenses y aumentar su participación en Alibaba no es aislada. La firma, junto a otros inversores, evalúa que el riesgo en el mercado de IA de EE. UU. es elevado y busca oportunidades donde el crecimiento no esté tan descontado en el precio. Invertir en una compañía como Alibaba, que integra desde el hardware hasta los modelos de lenguaje y la nube, les permite cubrir varios frentes del ecosistema de IA con una sola operación.

Parece que en el juego de la IA, algunos grandes fondos prefieren no poner todos sus chips en la misma mesa, especialmente si creen que esa mesa podría resultar un poco tambaleante.